La prehabilitación oncológica se sustenta en una valoración integral que involucra tres pilares: evaluación y soporte nutricional intensivo, ejercicio terapéutico, y apoyo psicológico y conductual.
Desde lo nutricional, se analiza el estado alimentario, peso, masa muscular y posibles déficits de nutrientes, mientras que desde lo kinesiológico se determina la capacidad funcional, fuerza y riesgo de fragilidad. A partir de estos datos se diseñan estrategias para cubrir requerimientos energéticos y proteicos, suplementación nutricional cuando es necesaria y recomendaciones prácticas para mantener un estado óptimo. Se suman ejercicios adaptados de fuerza, resistencia, flexibilidad y aeróbicos, a través de programas personalizados y ajustados a la condición física y objetivos del paciente.
Durante las semanas previas al tratamiento, ambos equipos realizan un seguimiento constante, ajustando la dieta y el programa de movilidad según la evolución de la persona, mejorando la percepción de fatiga, la calidad de la masa muscular y fortaleciendo la resiliencia física y mental, con el objetivo de optimizar la tolerancia al tratamiento y acelerar la recuperación.
La efectividad de este modelo es contundente: reduce entre 20% y 50% las complicaciones postoperatorias, acorta la hospitalización entre 1 y 3 días, mejora la capacidad funcional antes del tratamiento y acelera la recuperación, con un impacto positivo en la calidad de vida. Resultados que, para la Dra. Moreira, adquieren especial relevancia en Chile, donde los servicios quirúrgicos y las unidades críticas enfrentan presión constante, y donde la desnutrición y el deterioro funcional elevan el riesgo de complicaciones postoperatorias, o efectos secundarios del mismo tratamiento, por ejemplo, de la quimioterapia.
“Implementar la prehabilitación oncológica no solo mejora la salud del paciente: fortalece la eficiencia del sistema y promueve un modelo de atención centrado en la persona, ya que nos invita a ver al paciente como protagonista activo, capaz de fortalecer su estado de salud antes de iniciar su tratamiento. Prepararlo previamente también mejora su bienestar, autonomía y capacidad para enfrentar el cáncer con más fuerza y esperanza”, complementa la nutrióloga.