“El cáncer fue doloroso, pero me sentí muy querida”

Patricia Carvajal cuenta que el diagnóstico de cáncer de ovario en 2017 le causó pena y angustia, pero que desde entonces ha vivido un proceso de mucha contención de parte de su familia y de las personas que conoció en FALP.

Yo tengo una historia muy bonita. Justo el día antes de que tuviera que viajar a Santiago para empezar la quimioterapia, nació mi primera nieta, Amalia. Eso me llenó de fuerza y alegría. Y cuando terminé la quimio, nació la segunda, Rafaela. Busqué el significado de su nombre y es ‘Dios ha sanado’. Es como increíble. Ellas marcaron el inicio y el término de ese proceso, y entregar ahora mi testimonio es como la culminación de mi renacer”. Patricia Carvajal recuerda lo que debió vivir tras ser diagnosticada con cáncer de ovario en 2017 y su voz refleja la mezcla de emociones que para ella ha significado esta enfermedad, desde el momento de la primera sospecha tras un examen de rutina en Linares hasta los controles a los que asiste hoy, pasando por su tratamiento en el Instituto Oncológico FALP.

Al principio, relata, experimentó la pena y la angustia de no saber a qué se enfrentaba. Luego, su tratamiento involucró cirugías y sesiones de quimioterapia que la llevaron a hospitalizarse 16 veces: “No sabía que era tan fuerte hasta que tuve que ser fuerte. Fui afortunada al tener a mis hijos y familiares constantemente apoyándome y atentos a mi recuperación. Esto fue muy doloroso, pero con mucha contención, me sentí muy querida. Sin una buena red de apoyo es muy difícil llegar al final de este proceso. Muchas veces me sentí cansada y pensé en flaquear, pero ellos estaban ahí para sostenerme y darme todo su amor”.

En el camino, Patricia creó lazos con las personas que la han atendido a lo largo de este tiempo en FALP. “Quiero mucho a mis médicos. Tuve un equipo muy cercano y Fui afortunada al tener a mis hijos y familiares constantemente apoyándome y atentos a mi recuperación. siempre pendiente: las enfermeras, las kinesiólogas, los auxiliares, la persona que me servía el desayuno. ¡Del área administrativa ya conozco a todas las chiquillas! Me conecto por whatsapp con un montón de gente que ha sido importante para mí. Nos vemos y nos preguntamos por la familia. Llegué muy desvalida y de a poco me fui sintiendo parte de ellos”. 

Todo el cariño que recibió mientras lidiaba con el cáncer, dice, hoy trata de devolverlo cuando ve la oportunidad: “A veces en la sala de espera una señora llora y yo me pongo a conversar con ella para tranquilizarla. Así me he hecho algunas conocidas. Siempre estoy atenta porque cuando uno ha pasado por esto sabe lo importante que es una palabra de aliento”.

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