Conoce mi área Kinesiología, recuperación con empatía

En FALP no trabaja cualquier kinesiólogo, y bien lo sabe Verónica Hurtado, Jefa de kinesiología. El equipo realiza una inducción específica y acabada a quienes se seleccionan para incorporarse al Servicio. Es en esta instancia donde ella sabe si el profesional puede o no formar parte del equipo.

“Uno se demora años en aprender a tratar a un paciente con cáncer. No basta solo con el conocimiento, importa la sensibilidad, la vocación del kinesiólogo. Manejar la inteligencia emocional para poder comprender lo que el paciente quiere decir y lo que siente. A través de una mirada o gesto, a veces no tiene importancia la cantidad de ejercicios”, dice. Por eso, cada kinesiólogo que trabaja en FALP, lo hace con la mayor dedicación. El área está compuesta por 13 kinesiólogos que se dividen en dos tipos de atención: Ambulatoria, donde realizan terapia en todo tipo de cáncer con énfasis en mama y piso pélvico, y en Hospitalizados, realizando terapias en pacientes quirúrgicos, paliativos y oncológicos en los servicios de MQ, UCI y UTI. Una vez que el médico de cabecera considera que es necesaria la kinesioterapia, los profesionales intervienen atendiendo la complejidad del paciente, la que puede variar según el tipo de cáncer, tratamiento, y/o condición clínica de la persona. Aparte, también pueden recomendar terapia al

equipo médico para quienes considere necesario. “La comunicación interdisciplinaria es vital para la atención continua del paciente”, cree Verónica.

Cuando un paciente se somete a alguna cirugía y/o tratamiento oncológico el kinesiólogo encargado realiza una terapia previa conocida como “prehabilitación”, la que idealmente se efectúa semanas antes del tratamiento. Esto es porque no siempre las condiciones de salud en las que llegan los pacientes son las óptimas para una intervención.

“Para prehabilitar se hace una pauta de ejercicios de fortalecimiento y aeróbicos acorde a una evaluación de pruebas funcionales y cuestionarios previos, supervisado por el kinesiólogo. Se recomienda 30 minutos de cicloergómetro (bicicleta estática) o caminata diaria, en el caso de no realizar la prehabilitación”, cuenta Verónica.

En la etapa postquirúrgica de un paciente, el kinesiólogo interviene desde el perioperatorio, donde comienza la terapia kinésica precoz. “Durante las primeras horas al paciente se le realizan ejercicios respiratorios y movilización en cama. Hace uso de pedaleras y bandas elásticas progresivamente en su estadía hospitalaria, esto depende del tipo de cirugía y condiciones del paciente”, dice.

Confianza como base  

Ante la debilidad física y emocional del paciente el ejercicio kinésico es más que beneficioso, dicen en el área. El profesional debe entregar confianza hacia el paciente en su terapia, ya que el avance de su recuperación muchas veces depende de esta, lo que da inicio a una relación muy cercana donde el logro y las dificultades se comparten mutuamente.

“Es fuerte decirle a un paciente que se levante y camine luego de una operación de diez horas, sobre todo cuando aún no te conocen. Necesitas transmitir confianza y eso te lo da la experiencia y obviamente la empatía”, cuenta Judith Espinoza, kinesióloga con diez años de experiencia en FALP.

Le costó al comienzo, reconoce. No es fácil trabajar con pacientes oncológicos, pero el resultado de su entrega diaria, hace que valga la pena: “Me gusta ayudar a la gente, tratar de solucionar sus problemas. Después los ves caminar, sabiendo que antes no podían ni sentarse o mover las piernas. Te saludan y te agradecen y uno lo siente. Es una satisfacción tan grande que me pone feliz cuando los veo”.

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