Los efectos del ejercicio en mujeres con cáncer de mama
El estudio contempla la participación de 68 mujeres con cáncer mamario y quimioterapia neoadyuvante. La mitad recibirá la atención habitual, mientras que la otra mitad participará en un programa de entrenamiento de fuerza durante 16 a 20 semanas, dos veces por semana, en el gimnasio de kinesiología de FALP equipada con máquinas y pesas. Actualmente, 20 pacientes ya forman parte del estudio, bajo la supervisión de las kinesiólogas Macarena Artigas y Javiera Cortés.
Tras ocho meses de investigación, los resultados iniciales son prometedores: el ejercicio de fuerza mejora la tolerancia a la quimioterapia, reduce la fatiga y ayuda a mantener la masa muscular y la autonomía física.
“Hemos visto que las pacientes que entrenan fuerza toleran mejor los efectos secundarios de la quimioterapia, mantienen su independencia para las actividades cotidianas y conservan su masa muscular. Además, se sienten más activas, con mayor energía y autoestima”, comenta Artigas.
Sara López, una de las participantes, lo confirma: “Llevaba mucho tiempo sin moverme por las citas médicas y exámenes. Venir a entrenar fue muy positivo. Después de la quimio me sentía pésimo, casi no salía de la cama, pero luego de los ejercicios me iba a casa mucho mejor, con más energía”.
Lo mismo ha experimentado Gissela Castillo, paciente con cáncer de mama triple negativo. “Acá me siento mejor que en casa. Vine un día con mucho dolor y las kinesiólogas adaptaron mi rutina. Salí sin molestias y pasé el día mucho mejor. Me ayuda mental y físicamente; incluso me permite cuidar mejor a mi hija”, afirma
Según Javiera Cortés, kinesióloga de FALP, estos testimonios reflejan el valor del estudio: “Durante años se creyó que las pacientes con quimioterapia debían permanecer en reposo, pero estamos demostrando que el ejercicio es seguro, necesario y mejora su calidad de vida”.