María José sabía que tenía un nódulo tiroideo, pero le habían indicado que no era sospechoso. Sin embargo, meses después, ese diagnóstico cambió al acudir a un control en el Instituto Oncológico FALP. “Llegué a FALP por una campaña de diagnóstico del cáncer de tiroides que se realizó en 2005. Como tenía antecedentes, me pareció conveniente participar y realizarme una ecografía. Cuando recibí el resultado me indicaron que tenía hora con un cirujano de cabeza y cuello. Y así supe que debía operarme lo antes posible”.
María José presentaba un cáncer papilar y folicular, dos de los tipos menos malignos. “Enfrenté la operación muy nerviosa, más por miedo a la anestesia que al cáncer en sí, porque la doctora me explicó que era una de las patologías oncológicas de buen pronóstico. También me preocupaba por los niños de mi jardín infantil y por mi familia, ya que mi padre había tenido cáncer de próstata, y no quería asustar