Una sola donación de sangre puede salvar hasta tres vidas, ya que, al ser procesada, se separa en diferentes componentes que pueden ser utilizados para tratar a distintos pacientes según sus necesidades. Por ejemplo, los glóbulos rojos ayudan a personas con anemia o que han perdido sangre por cirugías o tratamientos agresivos. El plasma es esencial para quienes tienen problemas de coagulación congénitos o adquiridos. Y las plaquetas, por su parte, son fundamentales para pacientes con cáncer que, producto de la quimioterapia, ven afectada la producción normal de sus células sanguíneas y están en riesgo de sufrir hemorragias.
La necesidad de donantes de sangre se vuelve aún más crítica en el caso de los pacientes oncológicos, que están en tratamiento por leucemias agudas o trasplantes de médula ósea. Estos pueden llegar a requerir de seis a ocho transfusiones de plaquetas (células sanguíneas). De esta forma, el especialista enfatiza en que no basta con donar una vez: se necesita crear una red de donantes frecuentes y comprometidos. “Una persona puede donar plaquetas cada dos semanas en un procedimiento seguro que dura cerca de una hora. En el caso de la sangre total, los hombres pueden hacerlo cada tres meses y las mujeres cada cuatro. Es un acto generoso y breve, con un impacto enorme: con cada donación se pueden salvar hasta tres vidas. Por eso, no esperes a que un ser querido lo necesite. Hoy, más que nunca, Chile requiere donantes altruistas, personas que comprendan que, al sentarse una hora en un sillón de donación, están dándole a alguien la oportunidad de seguir viviendo”, concluye.